
Tras mucho tiempo, vueltas y sobre todo presión de mi hermano, finalmente he decidido comenzar a escribir en este blog. Si se convierte en una bitácora, una enumeración de gustos musicales, literarios y cinematográficos o una serie de reflexiones más o menos pedantes, sólo el tiempo lo dirá, aunque de momento creo que tenderá sobre todo a estas dos últimas cosas. Sea lo que sea, me daré por satisfecho con que alguien encuentre en él de vez en cuando algo que le resulte útil o entretenido.

El título, obviamente, viene de la película
"Dentro del Laberinto". Aunque el planteamiento pueda parecer algo infantil, es una película recomendable para cualquier público, pues aparte de poseer una atmósfera hermosa, surrealista y muy bien lograda, contiene mensajes muy interesantes y nada infantil

es. Otro título que me influyó ligeramente a la hora de titular el blog, pues había acabado de leerlo hace poco, fue
"El ciclo de la Puerta de la Muerte", que aunque no se encuentre entre los grandes títulos de la literatura universal, es una lectura entretenida y contiene varias ideas interesantes y originales, al menos dentro de un género tan manido como la fantasía.
Cuando pensamos en un laberinto, imaginamos un lugar confuso del que se desea salir, lleno caminos entrelazados, todos ellos inútiles, menos uno que conduce a la salida. Pero el concepto de laberinto es algo que ha manejado la humanidad desde tiempos remotos y con diversos significados. Para algunas culturas de la antigüedad el laberinto era símbolo de búsqueda espiritual, de realización e iluminación. Su recorrido simbolizaba un desarrollo perso

nal, y llegar a su centro la comprensión final de alguna verdad trascendente. En tumbas romanas se han encontrado dibujos de laberintos con dos trayectos trazados, desde el exterior al centro y luego de vuelta al exterior. Uno simboliza el viaje de la vida a la muerte y el otro el camino de la muerte a la otra vida. En la Europa de la edad media el laberinto simbolizaba el duro camino hacia Dios, la entrada del laberinto representaba el nacimiento y el centro del laberinto a Dios. Con este significado se trazaron laberintos en algunas catedrales góticas, los cuales aún pueden verse hoy día. En la actualidad hay quien utiliza los laberintos como instrumentos de meditación. Los giros y vueltas hacen que el visitante pierda conciencia del mundo exterior, alcanzando un estado mental relajado, libre de diálogo interno.
Si la vida es un laberinto, el camino no es único y el centro del laberinto, aunque sea solo uno, no es inmóvil. Pues según el camino que elijamos también cambiará la meta, ya que aunque lo que nos espera al final del laberinto no es otra cosa que nosotros mismos y eso no puede cambiarse, del camino que tomemos dependerá cómo es la persona que encontremos allí.
Así que, aunque pocos pasos pueden considerarse los primeros sino parte de caminatas emprendidas hace tiempo, al menos en este blog, como dirían los personajes de cierta novela, ya hemos cruzado la Primera Puerta.
Etiquetas: cine, literatura, reflexiones