Más allá de las fronteras
Una vez escuché que el mundo necesita límites, fronteras. Pero no en el sentido de barreras, sino queriendo decir que es necesario un lugar más allá de las fronteras.
A veces el mundo en que vivimos es demasiado complejo, cargado de pasados y normas, de cosas que nos son ajenas o lo que es peor, empeñadas en implicarse con nosotros. Cuando la tierra está demasiado poblada de raíces, es momento de buscar un lugar despejado donde pueda arraigar nuestra semilla. Cuando la sociedad es un puzzle ya terminado, en el que sólo queda sitio para unas determinadas piezas, es hora de marchar a un tablero más despejado.
Una tierra virgen, un espacio libre donde partir de cero y ser nosotros mismos o poder inventarnos un nuevo yo. Un lugar donde no sea necesario encajar con nada más, donde la forma de nuestra pieza no resulte extraña.
Las personas han hecho esto desde tiempos inmemoriales. A veces buscando un lugar más próspero, otras huyendo de algo y algunas simplemente en busca de la oportunidad de partir de cero. Desde nuestra cuna ancestral hemos ido poblando los distintos rincones del mundo, aunque algunos lugares permanecieron vírgenes más tiempo que otros. Durante una época, Australia y América se convirtieron en la válvula de escape de Europa, demasiado antigua y congestionada para algunos. Emprendedores e inadaptados marcharon o fueron enviados allí, a las tierras "vírgenes", a formar algo nuevo. Incluso América del Norte, la "última frontera", acabó por convertirse también en parte del mundo y creó otra última frontera, el Salvaje Oeste. Así, la última forntera, el límite de la sociedad y la civilización fue empujado cada vez más hacia occidente, hasta tocar la costa oeste del continente americano. Ya no era posible avanzar más. Hay quien dice que todo lo extraño de Estados Unidos tiende a acumularse en la costa oeste, como si rodadara por una empinada cuesta invisible de normalidad decreciente que quizá acabe en Nevada, Alaska o California. Y puede que sea verdad, pues es en California donde existen ciudades como San Francisco o Los Ángeles. Y no es en otro estado sino en Nevada donde se levantó Las Vegas o donde todos los años, multitud de personas dispares se reunen para prender fuego a un hombre hecho de madera, en una celebración llamada Burning Man.
Pero, si todas las fronteras se tocan, y ya no queda ningún espacio entre ellas ¿qué ocurrirá? Cuando todos los rincones del planeta formen parte del mundo, del mundo de las personas me refiero, de las llamadas civilización y sociedad ¿a dónde partirán los buscadores, los soñadores, los inadaptados? ¿habrá un lugar donde plantar nuevas semillas? ¿o perecerán todas en una tierra demasiado sofocada por árboles milentarios como para poder albergar brotes nuevos? Algunos dirán que el espacio, los lugares más allá de nuestro viejo planeta, es la nueva última frontera, pero ¿podremos esperar lo suficiente, hasta que la ciencia nos abra esa frontera?
Puede que este problema no sea nuevo en realidad, que sea antiguo, muy antiguo y se solucionara ya en el pasado al igual que se sigue haciendo en el presente. Pues ha habido personas, que sin marcharse a tierras lejanas, han explorado nuevo mundos, abierto fronteras y pisado terrenos que nadie había hollado antes. Puede que esas tierras lejanas no estuvieran en ningún mapa, que esos mundos no fueran físicos sino mundos de posibilidades y que esos terrenos no estuvieran en otra parte salvo en la mente. Cuando el cuerpo no puede abrirse paso, lo hace el espíritu. Cuando el mundo en que vivimos no deja posibilidad a algo, en vez de buscar un nuevo mundo podemos crear una nueva posibilidad, y puede que esa posibilidad, aunque sólo exista en un poema, un libro o un panfleto, acabe por abrirse paso en el mundo un día.
Hay quien en busca de su hogar, explora una nueva tierra en el mundo del pensamiento. Y aunque parezca extraño, esa tierra a veces ya está poblada y encuentra allí gentes semejantes, que buscan lo mismo o al menos, buscan de la misma manera. Es así como se crean mundos dentro del mundo, sociedades dentro de la sociedad, culturas dentro de la cultura. Nuevas fronteras donde, si no los soñadores, al menos sí viven los sueños.
Lugares como este que visitas. Buscadores como tú, como nosotros.
Así que, bienvenido a tu nuevo mundo, nuestro mundo más allá de las fronteras.
Una tierra virgen, un espacio libre donde partir de cero y ser nosotros mismos o poder inventarnos un nuevo yo. Un lugar donde no sea necesario encajar con nada más, donde la forma de nuestra pieza no resulte extraña.
Las personas han hecho esto desde tiempos inmemoriales. A veces buscando un lugar más próspero, otras huyendo de algo y algunas simplemente en busca de la oportunidad de partir de cero. Desde nuestra cuna ancestral hemos ido poblando los distintos rincones del mundo, aunque algunos lugares permanecieron vírgenes más tiempo que otros. Durante una época, Australia y América se convirtieron en la válvula de escape de Europa, demasiado antigua y congestionada para algunos. Emprendedores e inadaptados marcharon o fueron enviados allí, a las tierras "vírgenes", a formar algo nuevo. Incluso América del Norte, la "última frontera", acabó por convertirse también en parte del mundo y creó otra última frontera, el Salvaje Oeste. Así, la última forntera, el límite de la sociedad y la civilización fue empujado cada vez más hacia occidente, hasta tocar la costa oeste del continente americano. Ya no era posible avanzar más. Hay quien dice que todo lo extraño de Estados Unidos tiende a acumularse en la costa oeste, como si rodadara por una empinada cuesta invisible de normalidad decreciente que quizá acabe en Nevada, Alaska o California. Y puede que sea verdad, pues es en California donde existen ciudades como San Francisco o Los Ángeles. Y no es en otro estado sino en Nevada donde se levantó Las Vegas o donde todos los años, multitud de personas dispares se reunen para prender fuego a un hombre hecho de madera, en una celebración llamada Burning Man.
Pero, si todas las fronteras se tocan, y ya no queda ningún espacio entre ellas ¿qué ocurrirá? Cuando todos los rincones del planeta formen parte del mundo, del mundo de las personas me refiero, de las llamadas civilización y sociedad ¿a dónde partirán los buscadores, los soñadores, los inadaptados? ¿habrá un lugar donde plantar nuevas semillas? ¿o perecerán todas en una tierra demasiado sofocada por árboles milentarios como para poder albergar brotes nuevos? Algunos dirán que el espacio, los lugares más allá de nuestro viejo planeta, es la nueva última frontera, pero ¿podremos esperar lo suficiente, hasta que la ciencia nos abra esa frontera?
Puede que este problema no sea nuevo en realidad, que sea antiguo, muy antiguo y se solucionara ya en el pasado al igual que se sigue haciendo en el presente. Pues ha habido personas, que sin marcharse a tierras lejanas, han explorado nuevo mundos, abierto fronteras y pisado terrenos que nadie había hollado antes. Puede que esas tierras lejanas no estuvieran en ningún mapa, que esos mundos no fueran físicos sino mundos de posibilidades y que esos terrenos no estuvieran en otra parte salvo en la mente. Cuando el cuerpo no puede abrirse paso, lo hace el espíritu. Cuando el mundo en que vivimos no deja posibilidad a algo, en vez de buscar un nuevo mundo podemos crear una nueva posibilidad, y puede que esa posibilidad, aunque sólo exista en un poema, un libro o un panfleto, acabe por abrirse paso en el mundo un día.
Hay quien en busca de su hogar, explora una nueva tierra en el mundo del pensamiento. Y aunque parezca extraño, esa tierra a veces ya está poblada y encuentra allí gentes semejantes, que buscan lo mismo o al menos, buscan de la misma manera. Es así como se crean mundos dentro del mundo, sociedades dentro de la sociedad, culturas dentro de la cultura. Nuevas fronteras donde, si no los soñadores, al menos sí viven los sueños.
Lugares como este que visitas. Buscadores como tú, como nosotros.
Así que, bienvenido a tu nuevo mundo, nuestro mundo más allá de las fronteras.
I am Going to the West
Me marcho al Oeste
In this fair land, I’ll stay no moreEn esta tierra llana, no voy a quedarme
Here labor is in vainAquí el trabajo es en vano
I’ll seek the mountains far awayBuscaré las montañas en la lejanía
And leave the fertile plainY dejaré el fértil llano
Where waves of grass in oceans rollDonde olas de hierba en océanos ruedan
Into infinityHacia el infinito
I stand ready on the shoreAguardo preparada en la orilla
To cross the inland seaPara cruzar el mar entre tierras
I am going to the WestMe marcho al Oeste
Chorus
Estribillo
You say you will not go with me Dices que no vendrás conmigo
You turn your eyes away Apartas la mirada
You say you will not follow me Dices que no me seguirás
No matter what I say No importa lo que diga
I am going to the West Me marcho al Oeste
I am going to the West Me marcho al Oeste
I will journey to the place
Viajaré al lugar
That was shaped by heaven’s handQue fue moldeado por la mano del cielo
And I will build for me a bowerY me construiré un cenador
Where angels’ footprints mark the landDonde huellas de ángeles marcan la tierra
Where castle rocks in towers high
Donde el castillo se mece en altas torres
Kneel to valleys wild and greenMe arrodillo en valles salvajes y verdes
All my thoughts are turned to you,Todos mis pensamientos están vueltos hacia ti,
My waking hope, my sleeping dreamMi esperanza despierta, mi sueño durmiente
I am going to the WestMe marcho al Oeste
And when sun gives way to moonChorus
Estribillo
Y cuando el sol deja paso a la luna
And silver starlight fills the skyY plateada luz de estrellas llena el cielo
In the arms of these last hillsEn los brazos de estas postreras colinas
Is where I’m bound to lieEs donde estoy destinada a yacer
Wind, my blanket, earth, my bed
El viento, mi manta, la tierra, mi cama
My canopy, a treeMi dosel, un árbol
Willows by the river’s edgeLos sauces a la orila del río
Will whisper me to sleepMe susurrarán hasta que me duerma
I am going to the WestMe marcho al Oeste
Chorus
Estribillo
Letra y Música: Connie Dover
Primer verso y estribillo adaptado de una canción popular tradicional de Alabama.
Pertenece al disco, The Border of Heaven, de Connie Dover © Taylor Park Music/Connie Dover.
Etiquetas: Connie Dover, música, reflexiones